
¿Capitalista yo?
Entre los tantos y variados problemas que enfrentamos los cubanos hoy por hoy no está ausente la confrontación ideológica, el pensar diferente a otros, ver las cosas de diversa manera en un entorno de respeto mutuo, sin recurrir, por ejemplo, a las partes pudendas.
Lo ocurrido a quien suscribe resulta un botón de muestra, digno de laboratorio sociológico.
Pudo haber sido una broma, que ya se sabe las hay de buen y pésimo gustos. Reflexionando al instante de lo ocurrido, llegué a la conclusión de que ni lo uno ni lo otro.
De mi interlocutor brotaba un sentimiento desgraciadamente muy extendido incluso en altos niveles de la dirección del país: el temor a lo privado, a todo lo que no “suene” a lo establecido en otros tiempos no muy lejanos y que la vida se ha encargado de colgarle la etiqueta de error práctico y conceptual.
Por suerte, tal criterio se ha ido extinguiendo muy lentamente al calor de nuevas y novedosas decisiones a partir de la crisis económica que padecemos.
Y para no agotar la paciencia del lector referiré lo acontecido con un vecino ya mayor de edad. y que ocupa una seria responsabilidad política en la comunidad.
Aguardaba en la acera de casa cuando a su paso nos saludamos. Le dije que esperaba por el mensajero que me traería par de hamburguesas encargadas a una cafetería privada. No tengo otra manera de interpretarlo como esa de que le salió del corazón ese desacertado descubrimiento:
-¡Coño, te has convertido en un capitalista!
Rosca izquierda se le dice en mi barrio a este tipo de personas. Tan peligrosos, como un chimpancé jugando con una caja llena de granadas.