La religiosidad cubana está de fiesta (+Video)

Nota: La Virgen de Regla al pie de la bahía habanera, el día 7; y la patrona de todos los cubanos, Virgen de la Caridad, allá en el Cobre santiaguero, el día 8, reciben el amor de miles y miles de cubanos. Es una fiesta católica y sincrética. Fiesta de fe.  Como en esta oportunidad no podemos cubrir lo que acontece por problemas logísticos y humanos nuestros, reproducimos nuestro reportaje de años atrás.

*****

Con 24 horas de diferencia, la religiosidad cubana se desborda.

Católicos y creyentes de las religiones sincréticas manifiestan sus devociones a dos patronas unidas por las aguas: el 7 de septiembre la Virgen de Regla, hospedada en la iglesia parroquial del habanero poblado del mismo nombre, recibe los honores de miles de creyentes que la pasean y desbordan las calles. Ella, toda de azul y de rostro negro, es Yemayá  en el panteón Yorubá.

Y el día 8, los festejos se visten de amarillo por el color del manto de la Virgen de la Caridad del Cobre, la patrona de Cuba -Oshún en el panteón yorubá-, cuya imagen fue encontrada en las aguas de la bahía de Nipe (oriente de Cuba) en 1612 por los conocidos como los tres Juanes, uno de ellos negro y los otros dos indios. La imagen original se encuentra en el santuario nacional de El Cobre, localidad cercana a la ciudad de Santiago de Cuba. En La Habana, la iglesia de la Caridad, ubicada en el populoso barrio de Centro Habana,  no da cabida a tantos fieles, sincréticos y católicos, que en esta fecha le rinden homenaje, agradecen o piden favores, encendiendo velas y plantado flores a los pies de su imagen.

Ambas vírgenes, sus colores y atributos benéficos, integran la clave, no solo de la religiosidad del cubano, sino que han devenido en ingredientes insoslayables de nuestra nacionalidad.

*****

La Virgen de Regla sale a la calle otra vez

Por Eileen Sosin Martínez

Discretamente, Emilio sujetaba bien el saco lleno, y no se podía ver qué llevaba. Pedía permiso, se abría paso hasta el patio, donde no había nadie, y allí vaciaba el contenido. Eran las flores que la gente había ofrecido a la virgen, todavía coloridas y palpitantes, pero demasiadas en tan poco espacio. A medida que los devotos traían otras nuevas, las anteriores se alistaban —discretamente— para morir.

El 7 de septiembre, festejo de la Santa Patrona de Regla, el número de personas que llegan a la parroquia va aumentando con las horas. Hay más cartománticas, más turistas, más limosneros. “Mi niña, un pesito pa’ una promesa”. Los vendedores saben que hoy es su mejor día en el año. Estampas, fosforeras, llaveros… “A cinco la vela, a cinco la vela”.

Mientras el diácono rocía agua bendita a los congregados en la capilla, afuera se tiran las cartas y se hacen despojos. Por un lado se ofertan libros de Los santos guerreros, el Tratado de Shangó, la Doctrina espiritista; y por otro, el Nuevo Testamento y Dios habla a sus hijos. Crucifijos y collares de santo. “Todo mezclado”, según el poeta.

Hay muchos recién nacidos y niños pequeños, y otros que todavía esperan dentro de la panza. En la religión yoruba, Yemayá, que sincretiza con la Virgen de Regla, representa la vida, el vientre, la fertilidad. Y el día 7 de cada mes en el santuario se bendice a las mujeres embarazadas, deseándoles un buen parto y que sus hijos nazcan sanos. Todo mezclado.

Las ofrendas deben ponerse frente a la efigie, por fuera del templo. Pero una muchacha se disculpa, por favor, que esa parte está muy llena, y no puede llegar con el coche y el bebé. “La iglesia se ha quedado chiquita para tanta devoción”, comenta el padre Roberto, “estamos como tres en un zapato”. Son “las causas del corazón” —dice una amiga—, pues la gente acude sin que la convoquen, o la convenzan, o se lo recuerden cien veces.

Juan Torrado, patrón de la lancha que cruza la bahía, asegura que él no tiene promesas de fe, tampoco pone velas ni flores. “No te voy a decir que no crea en algo, puedo creer, pero no soy fanático”. Aun así, reconoce que “este es un día especial”. Las estadísticas del transporte cuentan 90 almas en cada embarcación, con tres en servicio, durante 8 horas; y en los momentos de más tráfico funciona un cuarto ferry, como refuerzo.

Regla tiene su propio tempo, su existir particular en sí, diferente al de La Habana; porque para los locales La Habana está del otro lado. La virgen marinera es rectora del agua, y aquí —ya se sabe—, la tenemos por todas partes. Entonces sería algo así como la madre misma de la insularidad.

Una mujer recoge polvo de la calle y se lo lleva en el puño cerrado. Aquel florero se ufana de que hoy ha hecho mil 500 pesos y nada más dan las cuatro. La vieja de al lado le exige que no tome más cerveza, “que hoy no es día pa’ eso”. Dicen que por ahí andan algunos inspectores, aunque ninguno se atreve a “tirarse”.

El cielo sigue gris, dicen que todos los años llueve. Ahora llueve, y escampa enseguida.

Después de misa, con el atardecer, sale la procesión. Se le abre camino a la virgen entre el mar de fieles. A ellos se pide no tocar el manto, no tirarle flores ni monedas. Es la misma que secuestraron los combatientes clandestinos en 1958, y podría dañarse. “Quién mejor para cuidar a nuestra madre que nosotros, sus propios hijos”, claman los altavoces.

Va en andas hasta la orilla, donde las olas mecen las frutas y otras obras consagradas a Yemayá. Repican los aplausos y las campanas. Son dos celebraciones en una, o una con dos nombres diferentes, pero sinónimos. Todo mezclado.

*****

¡Salud y aché te pido, mi Virgencita, en tu día!

Por Venus Carrillo Ortega

LA HABANA. Desde hace diez años, cada 8 de septiembre, Milenys Peña visita la Iglesia de Nuestra Señora de la Caridad, en pleno corazón de La Habana, para agradecer a la Patrona de Cuba haberla bendecido con una hija. Hoy no fue diferente. Ella, vestida de amarillo, con velas y flores, lleva a su nena del brazo, ya convertida en una hermosa pionerita de pañoleta roja.

“Este es un día de celebración para todos los cubanos, y en especial, para quienes como yo son devotos de la Virgen de la Caridad, sin importar su creencia o religión”, comenta Milenys mientras acaricia a su pequeña. “Gracias a la Virgencita tengo este regalo, mi niña”.

Pero esta capitalina no es la única. Miles de cubanos cada año, en esta fecha, se congregan en las cercanías de la Parroquia, sita en Salud y Manrique, del municipio de Centro Habana, para rezarle a la Madre de Jesús –como también le llaman los católicos- en el día de su Festividad.

Ese es el caso también de Carmen Luisa, vecina de la comunidad, quien desde la víspera quiso acompañar, junto a otros fieles, al Padre Ariel Suárez en los preparativos de las misas que, cada dos horas, tendrán lugar este día en la instalación, erigida en 1739. “Aquí me ve, limpiando y ayudando al cura para dejar linda la Iglesia, una forma también de demostrarle mi fe a la Madre del Señor”, dice.

“Y estamos esperando con ansias al Papa”, dijo la devota, que no dejó escapar el momento para resaltar la visita que realizará a Cuba del 19 al 22 de septiembre el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, el tercero que viaja a la isla caribeña en menos de dos décadas (Juan Pablo II, en 1998, y Benedicto XVI, en 2012).

La Iglesia de Nuestra Señora de la Caridad fue erigida originalmente en 1739 con el título de Nuestra Señora de Guadalupe, cambiado luego en 1913 por el actual. En 1762, cuando la toma de La Habana por los ingleses, el templo quedó en ruinas, y por orden del Obispo Espada y Landa, se reconstruyó en 1814.

« ¡Flores, velas, estampillas, compre su regalo para la Virgencita!» pregona a toda voz Néstor, uno de los tantos vendedores ambulantes que abarrotan la calle Salud, en busca también del beneficio económico que trae la popular devoción a la santa Patrona entre los nacidos en esta isla antillana.

Esto se repleta todos los años, afirma Néstor. “Desde el día siete, la gente viene, llena la Iglesia de ofrendas y paga sus promesas… Usted lo mismo ve aquí a los que tienen hecho santo, a religiosos, e incluso, hasta quienes ni creen, pero sienten por la Virgen”.

Algo descontenta -al parecer porque las ventas no han reportado las ganancias esperadas-, Ismadel, otra de las floreras de la calle Salud, recuerda que por tradición, todos los años la Parroquia abre sus puertas, el día 7 a las 7 de la mañana y permanece así, hasta entrada la noche del 8. Sin embargo, en esta ocasión, el Padre de la Iglesia no quiso.

“Hay gente molesta por eso, que hoy han venido desde lejos, porque mañana no podrán asistir a la Festividad; otros, se han conformado, con dejar sus flores y sus velas en las rejas de la Iglesia. ¡Así que mañana esto estará en candela!” vaticinó la vendedora.

En plena faena de preparativos, Adela Rabelo, católica congregada en Nuestra Señora de la Caridad, salió para dar respuesta a la curiosidad de esta reportera, y explicó que decidieron no abrir en aras de acondicionar y embellecer toda la instalación. Adentro varias personas montaban equipos de audio, unos limpiaban y otros alistaban la simbólica carroza que portará la réplica de la Virgen, durante la tan esperada Procesión.

Esa peregrinación constituye la más grande que se realiza en La Habana, nos cuenta Rabelo, a la cual asisten miles y miles de cubanos y también extranjeros, devotos de la Caridad del Cobre o simplemente seducidos ante el mar de personas que llena Galiano, una de las principales avenidas por donde pasa la Procesión.

Como cada año, comenzará cerca de las seis de la tarde ese tradicional viaje de la Virgen por calles habaneras, la cual será escoltada por niños y fieles que le cantarán y rendirán honores. Adela también explicó que, previo a la peregrinación, tendrán lugar varias misas, comenzado a las 6 a.m. con el Rosario. Seminaristas de San Gerónimo y San Ambrosio estarán igualmente en las celebraciones, apuntó.

La salutación a la Virgen de la Caridad se efectúa en Cuba en la misma fecha que los cultos religiosos afrocubanos celebran la fiesta de su orisha o diosa Oshún (deidad del amor y la belleza), ambas representadas con el color el amarillo. Esta coincidencia ilustra el fenómeno de sincretismo religioso que se vive en el país antillano, donde los santos católicos son aparejados con similares del panteón orisha.

Cuenta la historia que, durante las Guerras de Independencia iniciadas en 1868, las tropas del Ejército Libertador de Cuba manifestaban gran devoción por la Virgen de la Caridad y se encomendaban a ella. De hecho, este año hace ya un siglo, un grupo de mambises solicitó a la Santa Sede proclamar a la Virgen como Patrona de Cuba.

La máxima expresión de la Festividad tiene lugar en el poblado de El Cobre, de la oriental provincia de Santiago de Cuba, en cuya Basílica se encuentra la imagen de la Virgen, hallada en las aguas de la bahía de Nipe, en las primeras décadas del siglo XVII. También conocido como Santuario del Cobre, éste es uno de los sitios religiosos más venerados por el pueblo cubano y donde los fieles buscan consuelo espiritual y la solución de sus anhelos.

Además del color distintivo, otra de las tradiciones asociadas a Cachita, como cariñosamente le llaman muchos cubanos, es llevar a los hogares piedrecillas de cobre. Se dice que quienes las poseen, tanto colocadas en vasos de agua, como en bolsillos o bolsos, tienen una especial protección contra los males, pues resultan simbólicos guardianes de un futuro noble en lo personal y familiar.

Fotos de Carlos Ernesto Escalona Martí (Kako).

This website uses cookies to improve your experience. We'll assume you're ok with this, but you can opt-out if you wish. Accept Read More