Los más viejos entenderán el aquello de “qué suerte tiene el cubano”. A los jóvenes, habrá que explicárselo con pocas palabras, pero de seguro podrán comprender que no salimos de una para entrar en la otra.
Y hasta eso mismo pensará el presidente Díaz-Canel en sus pocos momentos de intimidad y reflexión, que desde que asumió el cargo con la caída del avión en el aeropuerto de Rancho Boyeros hasta el día de hoy la colección de contrariedades -unas heredadas y otras de nueva factura- no faltan en el día a día. Adversidades y malas noticias para varios tomos.
Ahí tenemos la última desgracia, el incendio en la base de super tanqueros en el puerto de Matanzas y la rápida respuesta de países “amigos” como México y Venezuela que ya enviaron la necesaria ayuda de expertos y avituallamientos para combatir el ya reconocido peor incendio en la historia nacional.
No sólo fueron los “amigos” como Rusia, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Colombia y Chile. También en el listado apareció en principal enemigo: EEUU, que ha trasladado a las autoridades la voluntad de asesoramiento técnico. Excelente oportunidad para que presencien no sólo el fuego, sino los efectos del bloqueo, pero de momento nada en concreto al menos públicamente.
Días y jornadas muy tensas, difíciles, serias que pocos osan calificar de críticas.
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