Dios te salve, María

Al calor, como escribiría un principiante en esta profesión, de ese frenesí de casi tres décadas por ponerle nombres extraños o inventados a los hijos, ya quedan pocas Marías en los registros oficiales de identidad.

De tantas leyes, decretos, directivas, disposiciones y hasta “orientaciones” fantasmagóricas que lejos de favorecer a la gente lo que logran es proporcionarles más molestias y pérdidas de tiempo, debería existir una emitida por el Ministerio de Justicia que prohíba esos nombres tan estrambóticos que a la larga les causarán serios problemas a sus portadores en la documentación porque donde va una “i” debe ocupar espacio una “y”.

María, básicamente por la virgen, por esa tradición católica que llevamos en sangre y también por folclor.

Muy a propósito me gustaría conocer la opinión de un estudioso o experto que me explique las razones de ese resurgir católico o cristiano que vivimos en la actualidad que ha llegado tan alto que hasta en la televisión cualquier deportista, artista o simple trabajador con méritos para hacerlos público, diga en primer orden que “gracias a Dios”.

Es que hasta bautizo y boda exprés hemos tenido en un solo día tal vez con licencia del mismísimo Vaticano.

Y no me voy a extender mucho en esos amigos y parientes que, ateos de toda una vida, a los tres días de llegar a Miami, nos inundan de bendiciones y votos por que Dios nos acompañe y proteja en momentos tan aciagos.

En fin, como entretenimiento y cultura, no resultaría ocioso acercarse al tema y darle participación a todos. Desde lo dicho por Carlos Marx, el cura de la parroquia y hasta la anciana presidenta del Comité de Defensa, que precisamente se llama María que milita en el partido comunista y va a misa cada domingo en la iglesia Santa Rita.

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