Construcción de viviendas en Las Tunas: Demasiado tiempo

LAS TUNAS. En 2019 Las Tunas cumplió el plan gubernamental propuesto de nuevos hogares. Noticia alentadora y que da fe de la determinación de irle de frente a uno de los problemas más acuciantes de la ciudadanía. Encuestas realizadas en los últimos años confirman que, junto al transporte y los precios de los alimentos, hacerse con un lugar adecuado para vivir se mantiene entre lo más alto de las prioridades de los cubanos.

La pretensión tunera es colosal: 44 mil 517 casas antes de 2030. Una década para honrar sus metas en construcción de viviendas. Y eso sin contar las no menos importantes rehabilitaciones de las ya existentes. Aún en esta provincia 21 mil tienen su piso de tierra, señal inequívoca de precariedad, y más de seis mil familias no han logrado restablecer los daños que sobre sus moradas causó el huracán Ike. En septiembre de 2008 los vientos del meteoro dejaron tras de sí 80 mil viviendas, total o parcialmente destruidas. En municipios como Puerto Padre y Jesús Menéndez eso significó repercusiones negativas en ocho de cada 10 domicilios. Es la mayor destrucción que fenómeno natural alguno haya causado en el fondo habitacional local.

Manos… ¡y materiales! en la obra

Las casas hoy en Cuba se construyen a través de brigadas de trabajadores de empresas estatales; o por el esfuerzo propio de sus propietarios, quienes a su vez corren con los no pocos gastos que implica la tarea o los reciben de los fondos públicos. De un modo u otro la participación de los futuros moradores siempre ha sido determinante, ora agrupados en microbrigadas como fue muy común en los años 80 del pasado siglo, individualmente, o, más reciente, contratando los servicios de constructores por cuenta propia.

Existe una larga tradición en la provincia en la producción local de ladrillos y áridos, cuya obtención es comparativamente mucho más expedita que en otras regiones de Cuba. La ecuación se complejiza tratándose de recursos deficitarios como el acero, la graba y enfáticamente el cemento; este último ha sido particularmente escaso no solo por las carencias de la industria nacional, sino también por los desequilibrios en su distribución, en los cuales siempre el oriente del país ha llevado la peor parte.

La respuesta gubernamental a ese escenario ha sido impulsar la producción local. A mediados de 2019 funcionarios del Gobierno provincial informaban de la existencia de 14 combinados para dicho propósito. Allí se elaboran losas para los pisos, bloques y ladrillos para las paredes, además de otros componentes como viguetas, plaquetas, tanques, mesetas, lavaderos, fregaderos… Hace poco el propio presidente cubano Miguel Díaz-Canel elogió la rápida introducción aquí del cemento de bajo carbono, una opción ideada en la Universidad Central de la Villas para duplicar el rendimiento del tradicional cemento P-350.

Otro elemento importante: las nuevas zonas de urbanización. Ya en Las Tunas se han definido 18 con una capacidad total por encima de las dos mil viviendas y cuyas características difieren por la tipología de sus edificaciones. Mientras una de los más notorios, la de Blanca Rosa, enfatizó el uso de técnicas tradicionales, otras como las ya existentes en los municipios de Manatí y Jesús Menéndez se levantaron a partir de edificios cuyos componentes son prefabricados. En diciembre pasado el director provincial de Vivienda en territorio tunero informó que en el primer trimestre de 2020 deberá tener un importante impulso el más reciente proyecto de nuevo barrio, con capacidad para mil nuevas casas en la capital provincial.

Tampoco es una novedad el incentivo a que sean los propios moradores quienes dediquen su esfuerzo a garantizarse un techo decente. A inicios de siglo cobró fuerza el ahora relanzado movimiento popular de construcción de viviendas. Mediante el principio de co-gestión se les asigna a las familias, sobre todo a las de menos ingresos, el patrocinio de una entidad estatal cercana quien les provee de asesoría técnica, transportación de los materiales y, si todo sale bien, fuerza de trabajo calificada. En los años 90 una iniciativa similar posibilitó que en tres años se construyeron nueve mil 558 viviendas, elevando el fondo habitacional tunero en 10 puntos porcentuales.

Simultáneamente se emprenden otras rutas que cobraron notoriedad en la capital del país: la adaptación de locales estatales en desuso. En Las Tunas han sido las antiguas escuelas en el campo transformadas en comunidades rurales. En julio de 2015 el Ministerio de la Agricultura (MINAG) inauguró la primera compuesta por 77 viviendas en el municipio Puerto Padre.

Cuestión de bolsillos

La ampliación de las diferencias económicas tras la crisis económica que sucedió al fin del socialismo en el Este de Europa colocó a miles de personas en peores condiciones de concretar el sueño de hacerse con una vivienda. La legalización de mercado inmobiliario resolvió los requerimientos de los grupos con más poder adquisitivo, pero ahondó las distancias con el sector más pobre. En Las Tunas las cotizaciones de los inmuebles particulares nunca bajan de los dos mil a tres mil pesos convertibles (CUC), mientras que la cota mínima de alquileres de una pequeña morada ronda los 35 pesos convertibles (CUC) mensuales.

Con los subsidios directos a las familias más pobres el Estado ha intentado acortar esas distancias. Desde que comenzó la entrega de dicha ayuda financiera, seis años atrás, solo en Las Tunas se aprobó un monto por encima de los 198 millones de pesos (CUP) que  ha beneficiado más de cuatro mil 300 familias, comunicó en junio del año pasado el portal del gobierno provincial. Los primeros en la lista casi siempre han sido quienes perdieron total o parcialmente sus casas durante el huracán Ike. No obstante, la entrega del dinero no siempre asegura que nuevas viviendas se levanten.

En 2019 con la ayuda financiera estatal se erigieron 573 células básicas, término técnico para definir un inmueble compuesto por una habitación, baño y cocina; sin embargo dejaron de construirse 142. En la mayoría de los casos, por lo que la prensa local describió como “problemas organizativos y de otra índole en las tiendas de materiales de la construcción y las deficiencias en el trabajo de especialistas de las oficinas de trámites, de la Vivienda o de Planificación Física”.

El 2020, indicó el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel, tendrá que avanzarse definitivamente en  eliminar por completo los atrasos en la ejecución de los subsidios ya otorgados. “Que alguien viva en un piso de tierra nos tiene que doler a todos; la Revolución no se hizo para eso”, reflexionó.

No se trata únicamente de levantar hogares con calidad, sino conservar los que se deterioran con el inexorable paso del tiempo. En este aspecto los informes son menos halagüeños porque ahí los pronósticos no se materializaron ni siquiera en años exitosos como el 2019.

De concretarse las previsiones oficiales, en 2023 deberán solucionarse los requerimientos de las seis mil 552 familias afectadas por el huracán Ike. Pero si Las Tunas quiere honrar su declarado propósito de solucionar en 10 años sus problemas más acuciantes de vivienda tendrá que cuatriplicar su ritmo de construcción. Al actual, la meta se cumplirá en 2046 y eso definitivamente es demasiado tiempo.

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