
Embarazo más adolescente y… oriental
LAS TUNAS. Sin que mediara mucho tiempo entre pregunta y respuesta, la entrevistada en un foro radial sobre la fecundidad adolescente en Cuba achacó a razones “culturales” el que hoy las cinco provincias orientales de país tengan los valores más altos de nacimientos por cada mil de madres menores de 19 años. No obstante, varias indagaciones sociales permiten sumar otras miradas al fenómeno.
Maternidad prematura
Una investigación sobre qué ha pasado con la fecundidad adolescente en los últimos 28 años en Cuba reveló que, mientras en general las mujeres cubanas dan a luz como promedio menos de dos hijos, tratándose de las adolescentes la tasa de fecundidad alcanza casi 55 hijos por cada mil de ellas. Eso, aseguran otros expertos, sería una excelente noticia para un país envejecido… si no fuera porque son progenitoras sin las condiciones físicas y económicas para asumir la maternidad.
Aunque los actuales números de fecundidad adolescente no son los más altos que ha tenido Cuba en su historia más reciente, sí muestran su permanencia.
Las políticas de inclusión de la mujer en la vida social y económica en la Isla lograron que ellas pudieran ser más que meras reproductoras de la especie y la tasa de fecundidad global comenzó a bajar. Sin embargo, no ocurrió exactamente lo mismo entre las adolescentes cuya tasa de fecundidad entre 1960 y 1971 fue de 72,3 a 145,8 nacidos vivos por cada mil de ellas. A inicios de los años 90 y hasta el año 2005 bajó a menos de 60, pero desde 2007 comenzó a incrementarse paulatinamente y en 2018 ya ocurrieron 56,4 nacimientos por cada mil madres adolescentes.
A inicios de este siglo el análisis del Centro de Estudios de Población y Desarrollo de Cuba a la Encuesta Nacional de Fecundidad señaló que las diferencias territoriales podrían ser un factor a considerar al momento de evaluar la fecundidad adolescente. “La ciudad de La Habana, dijo, presenta valores significativamente más bajos de embarazos adolescentes que el resto de las regiones del país y particularmente que las provincias orientales”. Agregó que la mayoría de quienes se convertían en madres antes de llegar a sus primeras dos décadas de vida se dedicaban exclusivamente a las labores domésticas. “Lo que puede indicar una relación esperada, en la que se embarazan porque no estudian o donde el embarazo constituye un factor que incide en el abandono de la escuela”, se explica en el estudio.
Indicó asimismo que “si bien el embarazo adolescente en el país puede no representar un riesgo para que se produzca un crecimiento poblacional de magnitud, o influir en las condiciones de salud de las jóvenes, es una problemática que limita a que las adolescentes cumplan a cabalidad con sus derechos reproductivos, por lo que debe ser minimizado mediante el desarrollo y la ampliación de la cobertura de los planes de educación sexual”.
¿Solo falta de información?
La elevada fecundidad adolescente “constituye un verdadero desafío de la salud sexual y reproductiva” también para Cuba, indicó la pediatra, Máster en Atención Integral al Niño, Francisca Cruz Sánchez, en su comparecencia radial; añadiendo que es un fenómeno en aumento. Detalló que la fecundidad en las menores de 15 años se mantiene rondando 400 nacimientos anuales. “Este es por demás un grupo altamente vulnerable sobre el que debemos continuar prestando especial atención», sugirió. Como ella misma describió, este asunto no tiene las mismas implicaciones en todo el Archipiélago.
De acuerdo con el ya referido examen del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana (CEDEM), la existencia hacia el este del país de más madres adolescentes prueba que las desigualdades de género en Cuba también tienen un patrón geográfico.
A esos resultados dados a conocer ahora, se une los de las investigadoras Daylin Rodríguez Javiqué y Matilde de la Caridad Molina Cintra, quienes en 2016 indicaron que en provincias como Las Tunas nacieron dos hijos por cada mil mujeres de entre 12 y 14 años en los años 2010, 2012 y 2014; algo muy por encima de la media nacional.
“Observando estos valores, pudiera pensarse que estas cifras tengan una explicación en la proporción de población rural, que es mayor en el territorio oriental, sin embargo el análisis por zona de residencia muestra resultados interesantes”, opinaron. “En la mayoría de las provincias la fecundidad adolescente urbana aumentó entre el 2010 y el 2012 y más de la tercera parte muestran fecundidad urbana mayor que la rural”, precisaron. Ambas infirieron que una razón podría ser “la migración rural-urbana, lo que le llevaría a la zona urbana una fecundidad rural que estaría contabilizándose como urbana”. “Sin embargo, son patrones heredados”, enfatizaron.
Casi al unísono la iniciativa Igualdad de Género para la Gestión Calidad de la Seguridad Alimentaria, un proyecto conjunto entre el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el ministerio cubano de agricultura, diagnosticó los indicadores de salud del país. No notaron grandes distancias entre los territorios de mejor desarrollo humano, al occidente, y los de comparativamente menor progreso ubicados al oriente de la nación; pero sí se mostraron preocupados por “el incremento de la fecundidad adolescente en estas zonas, sobre todo en montañas”. “La falta de proyectos alternativos a la maternidad, debido al más bajo desarrollo social, puede ser un factor que esté influyendo”, alertaron.
La Encuesta Nacional de Género realizada por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) en 2016 aporta otros datos que apuntan a la influencia de la participación económica de la mujer en su decisión de cuándo tener hijos o no. Frente a otras áreas del país, refirió el sondeo, el oriente tiene los peores índices de nivel educacional y distribución por situación de actividad de su población femenina.
Hacia el este, casi el 10 por ciento de sus mujeres solo completan la enseñanza primaria, mientras que el 2,5 ni siquiera eso. Igualmente tiene los mayores porcentajes de las que solo se ocupan de los quehaceres del hogar (31), las que no realizan ninguna actividad (3,5) o están buscando trabajo (1,1). Mientras que van por detrás entre las que realizan trabajo remunerado: 41,7 por ciento, menos de la media nacional que es de 56,8 puntos porcentuales.
“¿Por qué un país como Cuba, que desde hace seis décadas apuesta por sistemas de educación y salud gratuitos, con un programa de políticas sociales, que han empoderado visiblemente a las mujeres, tiene tasas de embarazo adolescente que se resisten a disminuir?” se preguntó reciente la prensa nacional.
Una respuesta más exacta a esa interrogante necesaria y justa saldría de observar el embarazo en la adolescencia no solo desde el punto de vista “cultural” o solucionable meramente desde lo informativo a las muchachas y muchachos que se asoman cada vez más temprano a la vida sexual y reproductiva. Conviene hacerlo desde una visión que incluya los escenarios socio-económicos donde tienen lugar esos procesos, que derivan en progenitores sin la madurez física y psíquica para afrontar una maternidad y paternidad responsable.
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