
Agroturismo y más: tomemos nota
LA HABANA. Prácticamente perdida en el mapa de la geografía insular o al menos en uno de carreteras que se respete, existe una comunidad campesina que gracias a muchos apuesta por un futuro decoroso, con prosperidad, debido, básicamente, al esfuerzo de sus propios habitantes quienes en modo alguno piensan en la ciudad como resguardo salvador.
Lo que ocurre ahora mismo en La Picadora, Mayajigua, municipio de Yaguajay, provincia de Sancti Spíritus, es digno de admiración y ejemplo a seguir, ahora que el país está envuelto en un proceso de reformas o transformaciones donde el Estado ha tenido que dejar de mal cumplir con el erróneo concepto de que debe ocuparse absolutamente de todo. Con tal de permitir y apoyar experiencias como esta, es más que suficiente.
Allí viven 227 personas en 88 viviendas. Los hombres suman 115 y 97 las mujeres. Los niños alcanzan la cifra de 15. La fuente de ingreso principal proviene de las producciones agropecuarias, con 45 propietarios agrupados en la cooperativa “Manuel Montaña” y otros ocho que laboran en la “Centenario de Baraguá”.
Hasta La Picadora, situada a casi 400 km al este de la capital cubana, se trasladó un Taller multidisciplinario internacional, titulado “Turismo, Patrimonio y comunidad: experiencias para el desarrollo local”. El evento, bajo la conducción de la Dra. en Ciencias Biológicas Vanessa Vázquez Sánchez, de la facultad de Biología de la Universidad de La Habana, contó con el patrocinio y cooperación del Museo Antropológico Montané, perteneciente a la facultad de Biología de la Universidad de La Habana; la empresa brasileña de proyectos Socioambiental Projetos; Prodel ( Proyecto de Desarrollo Local) y la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).
Dieciséis temas se sometieron a debate, y estuvieron presentes hasta el presidente y vicepresidenta del gobierno municipal.
Suele ocurrir en esta suerte de eventos que una vez concluido el análisis y discusión de lo expuesto por los expertos, los acuerdos y recomendaciones toman el camino del cementerio más cercano. Allí sucedió todo lo contrario, porque el taller contribuyó a que las cosas continuaran haciéndose ya que desde hace algún tiempo La Picadora inició un vuelco en el quehacer de sus casi 200 habitantes.
A las sesiones, nos cuentan, asistieron todos y cada uno de los responsables que de una u otra forma están vinculados al poblado. Algunos lo esperaban y a otros les tomó por agradable y necesaria sorpresa.
El Doctor en Ciencias Históricas y director del Museo Montané, Armando Rangel Rivero, conoce bien la zona y expuso ante los asistentes y residentes de La Picadora acerca de la historia, la arqueología y el patrimonio de la comunidad y sus alrededores. En un apartado con Progreso Semanal, Rangel nos confiesa su admiración por esas personas: “Como pocos en el resto del país, se enfrentan a los problemas cotidianos con gran interés por solucionarlos. Ahí están los hornos de cal, la fabricación de ladrillos, la producción de alimentos en conserva y hasta el traslado de sus niños a la escuela, que lo hacen con medios propios. Son un ejemplo para muchos. Tienen un dinamismo extraordinario con el que asumen su propia realidad”.
La doctora brasileña Inés de Oliveira Noroña es una ferviente animadora e impulsora de cuanto acontece con La Picadora. Allí le respetan y admiran, un valor activo que va más allá de cualquier propósito material. Al concluir en La Habana el Congreso Anthropos 2015 hizo maletas, rentó un auto y no se detuvo hasta llegar al poblado, a unos 20 km de Yaguajay y 3 km de los afamados baños de los Lagos de Mayajigua. “Se trata de una experiencia muy importante porque yo también hago trabajo comunitario en mi país”, confiesa.
Singular experiencia
La Picadora se prepara para una empresa de singular atractivo y probados resultados a nivel internacional: el agroturismo, las conocidas “casas campestres”. Una denominación tal vez acuñada según el argot turístico, pero tan vieja en el resto del mundo como aquella decisión de nuestros antepasados de adoptar la posición bípeda.
En la amplia gama de intereses que pueden mover a un forastero a visitar otro sitio más allá de sus fronteras, está descansar las 24 horas bajo una naturaleza diferente y convivir con el nativo, disfrutar de su hospitalidad y sabiduría aprendida del contacto con la madre natura. Los hay, como se conoce, que buscan un campo de golf con sus 18 huecos, pero también los que aspiran a ver ordeñar una vaca, captar el vuelo de las aves o conocer viejos y antiguos aperos de labranza todavía en uso.
Por citar un ejemplo, tal vez no el más indicado, en Grecia el mayor índice de alojamiento está en las casas y no en los hoteles.
Cuba no ha lanzado aún tan peculiar manera de hacer turismo que ya resulta una modalidad muy extendida a muchos países y que contribuye al bienestar de los habitantes de la comarca.
Así piensa la productora Esther Denis Pérez, líder de trabajo comunitario y promotora de la actividad agroturística. Esther vivió experiencias similares en España y es la esposa de José Ángel Rodríguez Sánchez, más conocido por Titi y delegado del gobierno en la demarcación. Conocimientos iniciales para poner en marcha este plan la tienen algunos allí. Cada dos años se celebran en su comarca eventos internacionales de arqueología y paleontología.
El plan concebido en La Picadora contempla el alojamiento en la casa de los campesinos; intercambios en manejos de cultivos; la atención a diferentes especies de animales domésticos; la observación de la abundante vegetación; la apreciación de la identidad campesina en su cultura y tradiciones; interacción con sitios arqueológicos y paleontológicos y observación y participación en la producción de los hornos de cal.
Cuatro representantes de La Picadora expusieron sus experiencias en el Taller. Entre ellos, Elvira Sierra Díaz, del Consejo Popular Simón Bolívar (el Consejo Popular forma parte de los escalones de gobierno en Cuba con participación directa de los ciudadanos) con una “minifábrica” para elaborar más de veinte líneas de conservas caseras.
El recorrido agroturístico, denominado “El hombre en el laboreo de su tierra” aborda también la visita a la casa campesina Las Meliponas, de tradiciones culturales y artesanía local; cabalgata y paseos en carretas de bueyes o coches tirados por caballos, observación del paisaje rural desde el mirador La Loma Grande, y visitas a sitios históricos locales, entre otros.
La Picadora y sus habitantes merecen un futuro mejor, con más prosperidad en todos los órdenes porque aspiran a alcanzarlo a partir de sus propios esfuerzos e iniciativas. No roban, no malversan, no desvían recursos, no florece la corrupción en sus campos. Sólo trabajan. Es lo que saben hacer. Ojalá la suerte les sonría y les vaya de bien a excelente, que tengan turistas en su comunidad y que sus dos cooperativas sigan como ejemplo en la provincia y el país.
Foto de portada: El muñecón da la bienvenida a quienes visitan la comunidad / PS.
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