Y los trabajadores… ¿A dónde van a parar?

LA HABANA. Las transformaciones institucionales y sectoriales han estado en boga en los últimos meses en Cuba. Dentro de ese proceso el destino de los trabajadores afectados por la implementación de la disponibilidad laboral es un punto que merece análisis. ¿Qué ha pasado o qué pasará con todos los trabajadores cuyos puestos de trabajo desaparecen debido a la restructuración institucional?

El 21 de marzo de 2014 fue notificado oficialmente que se incrementaban los salarios en el sector de la salud. La medida beneficiaría a más de 440 000 trabajadores. Un detalle mencionado por el Jefe de la Comisión de Implementación y Desarrollo, Marino Murillo, pasó desapercibido: en tres años (2010-2013) se redujeron 109 000 puestos de trabajo en el sector de la salud producto de los procesos de reordenamiento, lo cual ha permitido respaldar este aumento de los salarios. Pero, ¿esos 109 000 trabajadores… a dónde fueron a parar?

El 5 de julio de 2014, en la sesión plenaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Marino Murillo Jorge expresó que “en 20 Organismos de la Administración Central del Estado se separaron las funciones empresariales y estatales, paso que produjo la reducción de 22 000 cargos y la disminución, de 102 a 36, de las organizaciones de dirección empresarial”. No se hizo referencia a la marcha del proceso de disponibilidad. Tampoco se brindaron datos al respecto en el informe de rendición de cuentas de la ministra de Trabajo y Seguridad Social.

El día anterior, 4 de julio, el Ministro de Agricultura había presentado su informe en el mismo espacio de la Asamblea. Parte de la estrategia de reestructuración del sector provocarán una compactación de las estructuras que reducirá el “41 % de su personal en el órgano central, delegaciones provinciales y municipales. Esto se traduce en un ahorro de 15 067 007 pesos de ahorro anuales y la eliminación de 6 441 cargos”. Tampoco aclaró a dónde irían a parar.

Estos ejemplos muestran cómo el tema ha quedado relegado, al menos en el discurso público, en la etapa actual que experimenta la reforma. Parecería que no interesa explicar a la ciudadanía; ni a los que tienen el deber de informar, ni a los hacedores de política, ni a los que tienen el deber de ejecutarla.

Según el artículo publicado por el periódico Trabajadores, del día 6 de abril de 2014 titulado “Reordenamiento laboral: ¿quién se queda, quien se va?”, en el 2013 de los procesos de disponibilidad laboral que se realizaron, solo al 52% de los declarados disponibles se les dio una reubicación definitiva.

Los destinos…

Aunque la información disponible dificulta comprobar algunas hipótesis sobre los destinos de los trabajadores, es posible detectar algunas tendencias que arrojen luces acerca del tema.

El primer destino posible, y deseado, sería, que las personas declaradas disponibles, sin reubicación definitiva dentro del propio sector estatal, encontraran un espacio en el empleo no estatal; en cualquier de sus modalidades, específicamente en el trabajo por cuenta propia (TPCP), debido al dinamismo que el mismo presenta. Otras alternativas como el cooperativismo (específicamente el no agropecuario), están aún en una etapa incipiente. No es hasta el año 2012 que comienza a mostrar crecimiento, de hecho, en el período 2009-2013 presenta un decrecimiento del 0,5%, tendencia que debe empezar a revertirse.

En el último quinquenio, el TPCP ha crecido a un ritmo promedio anual de 35,6%. La tasa de desempleo muestra un incremento del 17,2% en los últimos cinco años, lo que en términos absolutos significa 81 100 desempleados más respecto a 2009. En igual período de tiempo, los TPCP aumentaron en 280 500 trabajadores. Al finalizar el año 2013, el número de TPCP excedía a la cantidad de desocupados en 271 100 personas.

Si analizamos el comportamiento del desempleo y el crecimiento del cuentapropismo, año a año, a partir del 2009, podemos constatar la existencia de desfases. Esto significa que el TPCP comienza a crecer antes de que lo empiece a hacer el desempleo; lo cual sugiere que la expansión del TPCP ha estado principalmente impulsado por personas y negocios que: actuaban en la informalidad; transitaron del sector estatal al cuentapropismo sin ser resultados de procesos de disponibilidad; combinan ambos tipos de empleo; tienen pensiones por jubilación; etc.

Los números globales indican que la expansión del sector por cuenta propia, es capaz, insisto, solo en términos numéricos, de absorber el crecimiento del desempleo. Sin embargo, emprender un negocio privado no es tarea fácil. Al menos dos condiciones deben estar mínimamente garantizadas: recursos para invertir; materiales y financieros; y, capacidades y habilidades en relación con el nuevo emprendimiento.

Cada grupo social parte de una situación particular y cuenta con recursos desiguales para enfrentarse a un emprendimiento. En ese sentido, parte de las personas provenientes del sector estatal, afectados por procesos de disponibilidad sin reubicación definitiva, pueden constituir grupos que están en desventaja.

Otros posibles destinos son el desempleo voluntario y la informalidad, los cuales están estrechamente vinculados. Algunos cálculos demuestran que la reforma ha incrementado la población inactiva no estudiantil. Esto significa que la población formada por las personas discapacitadas y jubiladas en edad laboral, las dedicadas a quehaceres del hogar, las que están desempleadas voluntariamente y las que trabajan en la informalidad, ha crecido en los últimos años.

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En el año 2012, según los datos del Censo de Población y Viviendas, la cantidad de personas desempleadas voluntariamente y las que reportan estar en “otra situación” era de 149 047 y 143 903 respectivamente. Las personas que se encuentran en desempleo voluntario, son aquellas que estando en edad laboral, declaran que no buscan trabajo, no estudian, ni realizan otra actividad; por tanto, ¿cuáles son las fuentes de sus ingresos? Algunas opciones son las remesas, la dependencia de otras personas residentes en el país y la informalidad.

La suma de las miles de personas descritas en la situación anterior arroja que en 2012, el 5,8% de la población económicamente activa (PEA) estaba desempleada voluntariamente y/o en actividades informales.

La ausencia de cifras para otros años impide una comparación en el tiempo, pero el dato figura como un llamado de alerta pues se trata de miles de personas que aún no pueden, o no quieren, entrar en los esquemas de empleos formales disponibles.

Probablemente han tenido efectos negativos en cuanto a la recreación del empleo y autoempleo las últimas disposiciones del Consejo de Ministros encaminadas a las eliminación de actividades como los cines 3D, salas de videojuegos, venta de ropa, zapatos y accesorios importados, etc.; el freno a la creatividad producto de la “lista” de actividades autorizadas para el ejercicio del trabajo por cuenta propia; la inexistencia de un mercado mayorista; o el diseño del sistema tributario, ente otras.

En síntesis, la reforma ha duplicado la tasa de desempleo, lo cual es bien notorio en nuestro contexto, aun cuando se mantiene entre las tasas más bajas de América Latina y el Caribe. Además, ha incrementado en un 8% la tasa de inactividad no estudiantil, lo cual revela un incremento de la informalidad.

Ante los desafíos demográficos de Cuba, se impone el logro de una utilización máxima de nuestros recursos laborales. En estos momentos, un 27% de la población en edad laboral (24% perteneciente a la tasa de inactividad neta más un 3% del desempleo), no está siendo aprovechada; o peor aún, no quiere serlo.

Lo cierto es, que pese a las ventajas, posibilidades y potencialidades que el sector no estatal ofrece, aun el diseño se queda trunco ante las necesidades de empleo formal de la población, entre ellos, de los que están siendo protagonistas del proceso de disponibilidad laboral.

*La autora es Economista. Desde 2009 profesora de la Facultad de Economía de la UH. Actualmente estudia la Maestría en Economía del Desarrollo. FLACSO, Ecuador.

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