La salida de Veiga y González de Espacio Laical y los futuros del diálogo cubano

LA HABANA. Abierta a la pluralidad del pensamiento presente en la sociedad cubana; audaz en algunas de sus propuestas, más allá de que coincidamos o no con algunas de ellas, pero audaz y por lo tanto motivadora al ejercicio del criterio, calistenia obligada a todo ciudadano que se precie de tal e intente ejercer sus derechos. La revista Espacio Laical ha perdido a dos pilares del pensamiento católico más actual: Roberto Veiga y Lenier González, editores de la publicación cuya tirada impresa no rebasa los 4 500 ejemplares pero que multiplica lectores al pasar de mano en mano a una cifra difícil de calcular.

Ellos dos fueron los grandes impulsores de la publicación del laicado católico y que ha marcado un hito en la historia de las publicaciones de la Iglesia. ¿Fue la voz de todo el laicado? No tengo respuesta, más afirmo que responde al pensamiento de no pocos laicos a quienes ayudó a insertar en la dinámica de la realidad nacional donde movió inquietudes y motivaciones. Fue más pues ha estado abierta a la contribución de practicantes de otras religiones, así como a personalidades sin credo religioso.

Espacio Laical estuvo dispuesto para el debate de ideas, muchas de ellas contrapuestas claramente. En sus páginas han tenido cabida desde intelectuales marxistas como el desparecido Alfredo Guevara, hasta la que fuera fundadora de las Damas de Blanco, la Sra. Miriam Leyva. Numerosos intelectuales y académicos cubanos pertenecientes a instituciones oficiales del país han tenido espacio para expresar sus análisis y opiniones.

También personalidades interesados en la restauración capitalista, escribieron en ella o sus conferencias, dictadas en el Centro Félix Varela, fueron transcritas y publicadas.

En el sector académico, cultural y de la intelectualidad nacional, le sobran reconocimientos al aporte que hace esta publicación, así como el vacío que ha llenado, independientemente de las discrepancias que pudieran tener con algunos de los trabajos y conceptos impresos.

Otros, al margen de ideologías, la apoyan con visión utilitaria: “A ver si la dirección del país se percata de la necesidad que tenemos de otra prensa”, como me comentó hace ya un buen tiempo un creador de valía que guarda la colección completa de esta revista.

Espacio Laical, con su tirada reducida, pero amplificada mediante la web, llena un tanto el hambre del buen leer del que padece la sociedad cubana: ideas y no palabrería para llenar páginas. A mi entender Veiga y González no han sido focas aplaudidoras de cuanto acontece, como tampoco escandalosos hipercríticos.

La pluralidad de ideas expuestas, existentes y expresadas de forma llana en las esquinas de nuestra Patria, no es agradable a estructuras verticales. Y la Iglesia católica es una estructura tan vertical como el Partido Comunista. Precisamente esta cualidad fue marcada por Alfredo Guevara durante una de las conferencias publicadas (lo cual vale por descubrir el agua tibia). La necesaria horizontalidad de una organización, sea cual sea, exige la horizontalidad del intercambio de ideas diferentes, el contrapunto.

La salida de Veiga y González, a mi juicio, responde y refleja la mentalidad que ha logrado prevalecer en la cúpula de la Iglesia católica de la isla, situación prevista en esta misma columna a raíz de la ocupación de la habanera iglesia de la Caridad previa la visita del entonces papa Benedicto XVI. En esa oportunidad escribí que tal ocupación ejecutada por un pequeño grupo de opositores no solo aspiraba a enrarecer el clima de la visita papal, sino que buscaba alterar la correlación de fuerzas en el seno de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC) en detrimento de la pastoral vigente (que no es más que la línea de acción política de la Iglesia) conducida por el cardenal Jaime Ortega Alamino.

Posteriormente, el Cardenal, durante una conferencia en la Universidad de Harvard respondió a una pregunta de manera desafortunada aunque lo dicho sea una verdad inmensa. Ante la campaña desatada por los medios, Ortega Alamino quedó tan solo como un “centerfil” ante un apagón en el estadio Latinoamericano. Solamente contó con una carta de apoyo de dos obispos, ambos miembros de su Arquidiócesis. La COCC cuenta con 16 obispos. Consummatum est.

Y ustedes se preguntarán cómo se corresponde lo anterior con Espacio Laical. La revista fue promovida por el Cardenal a fin de reflejar, entre otros objetivos eclesiales propios del laicado, la línea pastoral de diálogo, apertura y “apoyo crítico” al proceso de Actualización o reformas que viene llevando el gobierno cubano. Esa línea de trabajo, estimo, estaba marcada por tomar una de dos opciones: o el desastre nacional o el apoyo crítico a las reformas a la vez que animar a mayores aperturas y celeridad de estas. Es obvio el éxito de la mediación en el proceso de liberación de los opositores presos y la posterior salida del país, previa aceptación de estos, junto a sus familiares.

El cardenal Ortega, que al cumplir los 75 años (fecha de retiro) recibió de Benedicto XVI una prórroga sin fecha, pero que a todas luces debe vencer en los próximos meses, deberá abandonar la rectoría en la Arquidiócesis. Si bien quién será el sustituto resulta importante, la clave reside en la mentalidad que prevalezca en la COCC. Ojalá no difiera mucho de la encaminada por Ortega en cuanto a su visión de cómo asumir el reto de un país en proceso de cambios.

Para Veiga y Lenier, el respeto que merecen por ser consecuentes, no acomodaticios. De haber decidido por la comodidad no habrían sufrido el fuego cruzado. A los nuevos editores, les deseo éxitos pues preveo que los tiempos que vienen no les serán fáciles.

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