Estimado Señor Gross:

Permítame comenzar diciéndole que fui uno de los que creyó que el 2014 sería un muy buen año para usted y para otros tres que continúan en prisión. Esta carta es para informarle que esa luz de esperanza ha comenzado a parpadear.

Por supuesto, me encantaría verlo a usted de regreso en casa. Deseo lo mismo a los tres restantes miembros de los Cinco de Cuba que aún se encuentran en prisiones de EE.UU. Pero las oportunidades suyas decrecen más a medida que escucho al Presidente y a otros que siguen sus palabras al pie de la letra.

Seguro que usted se entusiasmó cuando supo la noticia de la semana pasada de que el presidente Obama había canjeado a cinco líderes guerrilleros del Talibán afgano, que habían sido descritos como muy peligrosos, por el sargento Bowe Bergdahl.
Así mismo, cinco por uno…

Sin embargo, usted espera en una prisión cubana a que su Comandante en Jefe entre en acción. Pero usted no es un soldado, lo que hace diferente su caso, según nos han dicho. Usted es sencillamente un ciudadano norteamericano. Por cierto, la diferenciación no es mía, sino que son las palabras pronunciadas por una vocero del Departamento de Estado, Jen Psaki. Supongo que esta definición del Departamento de Estado lo hace a usted menos importante…

Su esposa ha encabezado una valiente campaña que demuestra que usted era en realidad un soldado norteamericano, pero que en vez de armas usted llevó equipos sofisticados de telecomunicaciones, de calidad militar. En el papel usted trabajaba –aunque indirectamente– para el gobierno de EE.UU. Pero ellos han ignorado a la pobre Judy.

Por cierto, yo también soy Tauro. Nacido en mayo, igual que usted. Y leí lo que usted dijo de que no estaría vivo para su próximo cumpleaños. Sus palabras exactas fueron: “El 2 de mayo cumplo 65 años y será mi último cumpleaños aquí.”

No es que yo quiera que usted muera. Al contrario. Como mencioné anteriormente, me gustaría verlo en su casa, con su esposa e hija. Pero si usted asegura que su pasado cumpleaños será el último en Cuba, entonces es mejor que ponga en orden sus asuntos.

De la forma en que veo esto ahora, si depende del Presidente Obama y del Congreso de EE.UU., usted probablemente perecerá en una prisión cubana.

Y permítame insistir que no será culpa de Cuba. Aunque en última instancia culparán a Cuba del hecho. Es más, estoy comenzando a creer que la muerte suya es lo que el gobierno norteamericano desea. El titular de “Alan Gross muere en cárcel Cubana” sería un golpe propagandístico para un gran grupo de gente que no tiene muy buena opinión suya.

Sí, usted se ha convertido en un peón de un juego político. Fíjese que dije peón. Ni siquiera una torre o un caballo.

El hecho es que el Presidente de Estados Unidos, su secretario de Estado, miembros del Congreso de EE.UU. y un gran grupo de otras personas que trabajan para el gobierno norteamericano no parecen interesarse mucho por usted. Lo han demostrado durante cinco años.

Perdone que sea tan franco, señor Gross, pero es hora de que usted se enfrente a los hechos. Y que, como dije, comience a ordenar sus asuntos. Porque si usted habló en serio, entonces a la altura de mi próximo cumpleaños, a menos de dos semanas del suyo, le prometo que lo recordaré. Quizás diga una oración por el caballero que murió en una prisión cubana porque su gobierno y su Presidente no se preocuparon por salvarlo.

Al menos debieran fingir, ¿no lo cree? Por ejemplo, el gobierno cubano ha hecho lo posible y lo imposible en un intento por hablar con funcionarios gubernamentales acerca de su caso. Ellos han sido ignorados.

En los Estados Unidos en que yo pensé que creía, no se deja a personas como usted a que se pudran. Porque sigo preguntándome una y otra vez, “¿qué se puede perder debido a una simple conversación?”

Por otra parte, hay miembros del Congreso –comencemos con Ileana Ros-Lehtinen, Mario Díaz-Balart, Marco Rubio y Bob Menéndez– que insisten, y es más, amenazan al Presidente si se atreve a negociar con el gobierno cubano. He aquí otra pregunta para usted: “Si Obama no negocia, ¿cómo va a salvarlo a usted?”

En otras palabras: lo quieren muerto. En el caso de los cuatro que mencioné, se pondrían una medalla, en lo que concierne a sus electores –les daría más razones para odiar a los Castro. Y eso se traduce en más votos en algunos distritos de este país.

Pero seamos totalmente honestos. Y comenzaré por declarar que voté por Obama –dos veces. Y si se postulara por tercera vez… probablemente me abstendría de votar por él. Lo cual, por cierto, no significa que votaría por gente como Marco Rubio o hasta de Mitt Romney. Simplemente no votaría. Algo que yo tomo muy en serio.

Porque Barack la ha pasado mal con un Congreso racista, lo comprendo. Pero en áreas que él es capaz de controlar o usar el poder de la presidencia, generalmente no hace nada. No estoy seguro de que sea cobardía política o que él crea que está haciendo lo adecuado al esperar que el otro lado dé el primero paso… El hecho es que me he cansado de esperar por él.

Así que permítame terminar diciendo que espero estar totalmente equivocado en esto. Espero que el Presidente demuestre que yo me equivoco. Y prometo que si lo hace, le escribiré una carta de satisfacción.

Pero basándome en la experiencia de los últimos cinco años y medio, si yo fuera usted, como le aconsejé, comience a poner remedio a sus asuntos.

Perdone por haberle traído malas noticias. Pero alguien tenía que hacerlo.

Sinceramente,
Álvaro F. Fernández

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