
Trabajo y vivienda en Uruguay para presos de Guantánamo
LA HABANA. El presidente uruguayo José Mujica anunció que hay varios empresarios de su país dispuestos a dar empleo y vivienda a varios de los presos que los EE.UU. mantienen en la cárcel de Guantánamo –territorio ocupado de nuestro país. Solución que ayudaría a Obama a cumplir una promesa pendiente: la cárcel de Guantánamo, imagen de vergüenza y arbitrariedad.
Don Pepe hizo este anuncio durante una entrevista al canal 4 de la televisión uruguaya.
Los presos, cinco en total, son de nacionalidad siria y palestina, condición que les dificulta retornar a sus países de origen.
«Son sirios y como Siria está en guerra no están en condiciones de volver, hasta por razones de seguridad. Lo mismo pasa con el ciudadano palestino», precisó el Presidente.
Don Pepe, que guardó 14 años de prisión bajo la dictadura que padeció su país, sabe lo que cuesta cada minuto en prisión, aún más cuando se trata de injusticias. De sus 14 años preso, pasó unos 10 en un hueco bajo tierra. Quizás el talento que ha demostrado como líder político lo debe a la meditación en aislamiento y a la capacidad de haber convertido el rencor en generosidad hacia los otros. El pasado es lo único cierto y está en la mochila, el futuro es incierto, más o menos así dijo en enero pasado durante la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) celebrada en Cuba.
Su oferta para recibir a los que Washington excarcele después de llevar años sin ser procesados y que “no lo hacemos por plata o por conveniencia material», como precisó, la acompañó con una posible puerta de salida a otro entuerto que enfrenta la administración Obama. Mujica declaró la semana pasada haberle pedido «por favor al Gobierno norteamericano que haga lo posible para que se busque la manera de liberar a esos dos o tres presos cubanos que hace muchos años que están allí, porque también es una vergüenza”.
Se trata de los tres cubanos presos en cárceles estadounidenses por haberse infiltrado en las redes terroristas establecidas en La Florida con el objetivo de detectar acciones contra nuestro territorio. Un proceso trampeado, considerado poco transparente e irregular por «medio mundo», incluso Amnistía Internacional y que incluyó la compra de periodistas a fin de magnificar el clima condenatorio a los mismos, así como la negativa a mostrar las imágenes de satélite que demostrarían si el derribo de dos avionetas por parte de la fuerza aérea cubana ocurrió en aguas nacionales o internacionales. Un punto clave, por cierto.
La liberación de Gerardo Hernández, condenado a dos cadenas perpetuas, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, abrirían el camino a una mejora sustancial de la relaciones entre los gobiernos de Cuba y EEUU. Y, claro, pondría sobre el tapete la reciprocidad de La Habana donde guarda prisión el ciudadano estadounidense Alan Gross, un subcontratista de la USAID condenado a 15 años de cárcel por introducir equipos de comunicación que violan las leyes nacionales. La prisión de Gross dificulta una mejoría de las relaciones entre ambos países, argumenta Washington. Y Gross continuará preso mientras los cubanos no sean liberados mediante un diálogo y acuerdo perfectamente posible de diversas maneras capaces de resguardar el honor de cada parte.
¿Quién da el primer paso?
Por lo pronto, en la oferta del sabio Don Pepe –no quiero cerrar puertas a la esperanza–podría subyacer la posibilidad de un entendimiento y hasta estar entre las “dos ideas” que sobre el caso Gross dijo tener el secretario de Estado de los EEUU John Kerry hace pocos días. Ojalá que las «dos» ideas contemplen a esos tres hombres.
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