
La bancarrota de Detroit
Este lunes el juez Steven Rodas ha permitido a los ciudadanos de Detroit apelar la decisión de principios de diciembre que declaró en quiebra a esa ciudad, en lo que ha constituido el mayor caso de bancarrota de una ciudad, en la historia del país y condujo a recortes importantes de pensiones.
Los sindicatos, jubilados y fondos de pensiones de Detroit podrán presentar el plan de reestructuración de su deuda (unos 18.000 millones de dólares) antes del comienzo del año nuevo y después se tomará la decisión final, dijo el juez Steven Rhodes.
¿Cómo y por qué la «ciudad del Motor» llega a este punto? Ubicada en el noreste de Estados Unidos, la más grande de Michigan y célebre por su esplendor de antaño ha sido fustigada por una crisis financiera sin precedentes que la ha hecho padecer un endeudamiento público muy difícil de resolver. En los últimos veinte años Detroit ha sido destruida y abandonada. Por su interés, Progreso Semanal reproduce fragmentos de un texto de Página 12 donde se describe la situación actual que vive esa ciudad, y una selección de fotos que lo demuestran:
Detroit afronta una deuda de 18.500 millones de dólares y dificultades para suministrar incluso los servicios más básicos a los 700.000 residentes de la ciudad. Un 40 por ciento del alumbrado no funciona y unos 78.000 edificios están abandonados, en una urbe cuya población alcanzó 1,8 millón en 1950. Para cumplir los requisitos federales, la ciudad tenía que demostrar que era insolvente. De hecho, fue autorizada para acogerse a la bancarrota y decir que había negociado de buena fe con los acreedores o que las conversaciones eran inviables.
Antes de la petición de quiebra en julio pasado, casi 40 centavos de cada dólar recaudado por Detroit iba al pago de deuda, cifra que podría aumentar a 65 por ciento si no obtiene el alivio de la quiebra, como alega la ciudad. Por esta razón, Orr –quien había declarado en el juicio que la situación de la ciudad era inaceptable– emitió un comunicado en el cual elogió el fallo del juez y prometió seguir adelante con lo que llamó la revitalización en curso de Detroit.
De la deuda total de Detroit, cerca de la mitad –9200 millones de dólares– representa los beneficios de pensión y de salud que la ciudad había prometido a los jubilados. El gobierno municipal dice ahora que no tiene suficiente dinero para pagar por completo. Harry Harper, que vive en el nordeste de Detroit y se retiró en 2003 del Departamento de Agua y Alcantarillado de la ciudad después de 30 años de servicio, dijo a The Washington Post que hablar de recortes en los beneficios es un tema que lo angustia. “Me siento muy vulnerable. No sentimos que tenemos ningún tipo de protección”, dijo Harper, de 61 años, que recibe 2100 dólares al mes en pagos de pensiones.
La capital del sector del motor lleva en caída libre desde la década de 1990 y, tras nefastas gestiones de alcaldes, a lo que se sumó la crisis financiera de 2008, terminó por condenarse a la suspensión de pagos. La ciudad ha perdido un 60 por ciento de su población desde los años cincuenta. Entre 2000 y 2010 experimentó una salida de un cuarto de sus habitantes, con partes convertidas en barrios fantasmas. Además de la caída de contribuyentes y de ingresos, el desempleo, la salida de negocios y empresas provocaron que a las arcas de la ciudad no pueda ingresar lo suficiente para mantener sus compromisos y los gastos de servicios públicos. El dictamen de Rhodes afecta especialmente a los fondos de pensión municipales cuyos recursos son vitales para los 22.000 funcionarios públicos jubilados y los 10.000 empleados activos de la ciudad.