
Estimular contacto pueblo a pueblo

- La inversión de los cubano-americanos da base económica al contacto pueblo a pueblo.
- El lobby cubano-americano y la política hacia Cuba muestran el desgaste y la inviabilidad de sus propósitos.
- La extrema derecha está incapacitada para reproducir la base social de la contrarrevolución.
LA HABANA. Volar entre Miami y La Habana o viceversa toma apenas unos minutos. Conversar con el profesor y Doctor en Ciencias Históricas Jesús Arboleya sobre asuntos que vinculan a ambas ciudades significa un vuelo de horas que pasan sin percatarte gracias a la profundidad de sus ideas y lo ameno de su exposición. Si bien mi artículo anterior fue intencionalmente provocador, Arboleya es un artista en ese punto y tanto es así que mueve a la polémica y al intercambio de fuego. Esas características han sido un reto para resumir en preguntas una larga conversación-debate que sostuvimos hace unas 48 horas. Aquí va lo esencial de nuestro diálogo.
Manuel Alberto Ramy (MAR): ¿Cuáles son las principales medidas tomadas por Washington y La Habana que facilitan y mejoran las relaciones entre los cubanos de ambas orillas?
Jesús Arboleya Cervera (JAC): Aunque en la práctica no fue más que restablecer la política existente durante la administración de Clinton, de por sí restrictiva en muchos sentidos, la flexibilización de las normas para los viajes y las remesas establecida por Obama contribuyó a estas relaciones, si lo comparamos con el período del gobierno de Bush. En el caso de Cuba, lo más importante ha sido la nueva política migratoria, reflejo de otro enfoque en el tratamiento a la emigración en general y los cubanoamericanos en particular.
MAR: ¿Cómo están impactando en ambas sociedades?
JAC: Impacta en todo, ya que es una problemática que involucra a múltiples aspectos de la sociedad, especialmente en el plano familiar. Pero si tuviera que referirme a lo que me parece más importante, diría que es el cambio en la percepción que cada cual tiene del otro, lo que estimula la cooperación en vez de la confrontación, un relevante paso de avance si miramos hacia el pasado.
MAR: Algunas de las medidas tomadas por el gobierno cubano, ¿podrían motivar a los cubano-americanos a inscribirse y votar a favor de sus intereses? ¿Aprecias signos en ese sentido? Hago la pregunta porque pienso que el número de cubanoamericanos registrados como votantes no es el que debería ser.
JAC: Los cubanoamericanos tienen uno de los índices de participación política más alta de Estados Unidos, comparable con los de la clase media blanca estadounidense. El problema es que esa participación es inversamente proporcional a la fecha de arribo al país, por lo que los nuevos inmigrantes siempre están en desventaja con los anteriores. De todas formas, creo que los últimos resultados electorales demuestran que el tema del mejoramiento de relaciones con Cuba es importante para todos los sectores y ello se hará sentir de manera creciente en el futuro. Llama la atención el interés que por este asunto han mostrado incluso los descendientes nacidos en Estados Unidos y los jóvenes en general, tal y como lo demuestran diversos estudios y encuestas.
MAR: Existe un lobby fuerte de la derecha, pero ninguno de los factores que pudiera estar interesado en una mejoría sustancial de las relaciones con la isla. ¿Más facilidades del lado cubano facilitaría el surgimiento de un lobby en otra dirección al ya existente?
JAC: Una respuesta a esta pregunta no es nada sencilla. Trataré de resumir, aun a costa de obviar otros aspectos importantes. En mi opinión, el problema fundamental del lobby cubanoamericano, y de la política hacia Cuba en general, radica en su desgaste y la inviabilidad de sus propósitos, tanto en las actuales condiciones como de cara al futuro. En el caso específico de la comunidad cubanoamericana ello se manifiesta en la incapacidad para reproducir la base social de la contrarrevolución, como ocurría en el pasado. La tendencia, por tanto, será a que aumente sistemáticamente el rechazo a los presupuestos que han primado hasta ahora y que eso tenga alguna incidencia en la política norteamericana. Está claro que Cuba puede influir en ese proceso, quizá como en ningún otro aspecto del diferendo entre los dos países. De hecho, creo que el contacto pueblo a pueblo, entre cubanos y cubanoamericanos, constituye el recurso más concreto con que cuenta el gobierno cubano para influir en la política de Estados Unidos hacia Cuba y por ello conviene estimularlo, aún a riesgo de que en el paquete también se incluyan resultados indeseados.
MAR: Hablas de riesgos al asumir las relaciones pueblo a pueblo. Pienso que el país ha asumido el gran riesgo de cambiar o actualizar el modelo económico a pesar del entorno internacional y en un momento delicado de nuestra historia. A mi juicio nada está exento de riesgos. De hecho existen relaciones económicas, modestas inversiones si quieres, de cubano-americanos con sus familiares o amigos en Cuba. También hay potenciales inversionistas cubano-americanos que muestran interés en invertir en grande. Otro riesgo. ¿Asumirlo o no?
JAC: En tu reciente artículo «Cuba y los cubanos», mencionas algo que me parece muy importante, en relación con las consecuencias que pudiera tener flexibilizar la posibilidad de que los emigrados cubanos inviertan en Cuba. Creo que esto le daría un basamento económico al contacto pueblo a pueblo y tendría consecuencias económicas y políticas favorables para Cuba. En primer lugar plantearía un problema al bloqueo económico, tanto por el incremento a la oposición que se generaría en el seno de la comunidad cubanoamericana contra el mismo, como por las implicaciones que tendría perseguir a los violadores, como de hecho está ocurriendo con aquellos que invierten en Cuba a través de familiares y amigos, cosa prohibida por el bloqueo. Está claro que también existe el riesgo de la penetración de capitales con intenciones políticas desestabilizadoras del sistema cubano, pero para evitarlo existen los mecanismos establecidos por el gobierno para la selección y el control de todo tipo de inversión procedente del exterior. También, como decía anteriormente, aparecerán consecuencias indeseadas propiciadas por la propia dinámica del proceso, que será necesario enmendar en el camino. De todas formas, me parece que la mejor protección radica precisamente en crear un marco legal adecuado para estas inversiones, donde estén definidos los deberes y derechos de cada cual, y exista el compromiso de su cumplimiento por ambas partes, sin menoscabo del orden político vigente en Cuba, cosa que no aceptaría ningún país que respete su soberanía e independencia.
MAR: Según cifras tomadas de una conferencia tuya, el 18% de los cubanoamericanos viven por debajo del nivel de la pobreza y el 25% no dispone de seguro médico. ¿Serán estas la causas fundamentales del retorno definitivo de una cifra que algunos calculan en 1 500 compatriotas durante el presente año?
JAC: Falta un estudio serio de las causas del aumento de los retornos de emigrantes a Cuba en los últimos años. Resulta obvio que ha influido la flexibilización de la política cubana al respecto y también las seguridades sociales existentes en el país, sobre todo para personas de la tercera edad o que tengan una situación económica difícil en los países donde viven. Pero no creo que estos factores sean los únicos – hay que tener en cuenta la cultura –, ni que exista una relación lineal entre el descenso de los indicadores sociales que se observa en la comunidad cubanoamericana en los últimos diez años, con el aumento de los casos de retorno. Tampoco creo que se convertirá en un problema masivo, sino que acabará siendo un fenómeno normal dentro de un proceso migratorio circular, que es a donde conduce la nueva política migratoria cubana.
MAR: Si en las próximas elecciones presidenciales en EEUU ganara un republicano, ¿cuál sería el escenario en cada una de las orillas del Estrecho de La Florida?
JAC: Hablar del resultado de las próximas elecciones norteamericanas y sus consecuencias para Cuba es un ejercicio para pitonisas y ese no es mi oficio, por lo que prefiero no especular. Me atengo a lo que dije anteriormente: la actual política hacia Cuba está en crisis, lo que no quiere decir que sea insostenible, porque si bien Cuba es de interés permanente para Estados Unidos, cambiar la política actual no es una urgencia que movilice al sistema político norteamericano. Ya perdí la cuenta de los años que hace que la ONU condena el bloqueo estadounidense contra Cuba – prácticamente es la única resolución contra Estados Unidos en ese órgano – y el gobierno no se inmuta, ni la opinión pública la exige explicaciones. La verdad es que sea un demócrata o un republicano el próximo presidente de Estados Unidos, “no es lo mismo pero es igual”, todo va a depender de otras variables, que aún no están totalmente claras.
Nota: Próximamente publicaremos en exclusiva y por partes el último trabajo del profesor Arboleya sobre la realidad de la emigración y las relaciones con Cuba.
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