
La era de la biblioteca tal vez esté llegando a su fin

MIAMI BEACH – Charlie recuerda visitar la biblioteca de niño. Dos o tres veces por semana, al menos, dijo. “En el verano jugaba en la Liga infantil de pelota en Flamingo Park, en Miami Beach. Los juegos eran nocturnos. Practicábamos por las mañanas. Cuando no había juego, tal vez me encontraras en una esquina de la vieja biblioteca, reclinado en una silla, leyendo un libro”. Ahora tiene unos sesenta años – sin ser específicos.
“Tendría unos 10 u 11 años”, añadió. “No recuerdo exactamente. Pero, ¿qué importa? Lo importante es que recuerdo estar revisando los libros. Llevándolos a casa. Leyéndolos por la noche. O a veces simplemente me refugiaba en la biblioteca, a soñar despierto.»
«Me encantaba leer acerca de figuras deportivas. DiMaggio, Mantle, Jim Thorpe. O cuentos de misterio. Esos me encantaban. ¿ Te acuerdas de los Hardy Boys?»
«Dentro había aire acondicionado. En aquel entonces no había mucha a/c –en casa no había ninguna”.
Esta fue la reacción inicial de Charlie cuando le pregunté qué pensaba acerca de la amenaza de cierre de bibliotecas en el condado de Miami-Dade. El condado cuenta con 49 bibliotecas –una central en el centro de Miami –el resto sedes regionales o más pequeñas. El alcalde Carlos Giménez anunció hace un par de semanas que, debido a cuestiones presupuestarias, el condado habría de eliminar 22 bibliotecas. Tras muchas protestas por parte de los residentes, parece que seis de esas 22 se salvarán. Sin embargo, 16 bibliotecas podrían ser cerradas. Cerca de un tercio de ellas serán cerradas en un condado con casi 2.5 millones de habitantes. El Miami Herald reportó a inicios de semana que “cerca de ocho millones visitaron una librería de Miami-Dade el pasado año”.
“Políticos…no pierdo mi tiempo con ellos. La única razón por la que voto es porque siempre me enseñaron que debía hacerlo. Pero, en serio que encuentro muy poca diferencia entre todos ellos”, añade Charlie durante nuestra conversación. “Hacen promesas que saben que nunca van a cumplir…»
«Luego los ves empeñados en venderle a los miamenses un nuevo estadio de pelota que no necesitamos. ¡Y a mí me encanta la pelota! Luego está ese techo que quieren construirle a los Dolphins; un tunel por el que nunca voy a pasar que nos cuesta más de un billón…»
“Caramba, están construyendo un condado donde esos que les dan dinero están felices. Y, por cierto, Miami resulta ser una bella ciudad. Los edificios, los eventos, la gente. Pero la mayoría no pueden disfrutar de estas cosas. No nos lo podemos permitir.»
«Gracias a dios que la playa es gratis. Dentro de poco van a querer ponernos un impuesto por darnos un chapuzón en el océano…dinero que servirá para subsidiar un edificio en algún sitio, con el nombre de algún ricachón”.
Resulta que Charlie es un accionista retirado. No es rico, me dijo, pero tiene lo suficiente para vivir lo que le queda.
“Pero en todos estos años he conocido docenas de personas que he encontrado aquí mismo, en esta biblioteca. Personas que aprendieron a usar una computadora y navegar en internet. Un mundo que jamás habría conocido de no ser por esta biblioteca.
Una vez me encontré un tipo a quien llamaban Bronco. Era alto, de barba hirsuta. A decir verdad, solía oler mal. Pienso que vivía en el parque de enfrente, junto a la playa. El tipo más listo que yo haya conocido. Creo que se leyó todos los libros que hay en este lugar. Podía hablar contigo acerca de cualquier cosa. Y, por cierto, nunca fue a la universidad. Era autodidacta. Leyendo libros en la biblioteca pública”, dijo Charlie.
Decidí apretarlo un poquito más. “¿Sabe lo que dijo el alcalde Giménez a una televisora que “probablemente la era de las bibliotecas esté llegando a su fin’?”
“Qué imbécil”, respondió con rostro imperturbable. “Si se tomara el tiempo de visitar uno de estos sitios…
Vaya, aquí mismo veo a las madres y padres traer a sus niños. Quiero decir, cientos de ellos cada semana. Los empleados les leen. Los niños corren por aquí, ven filmes en el primer piso…
“Mire”, enfatizó, “si quisiera podría comprarme mis propios libros. Mi esposa murió hace dos años. Visitar este lugar, a eso se resume mi vida social. Aquí conozco gente. Y a veces basta una mirada de bienvenida o un gesto con la cabeza…”
Mientras me encaminaba a casa – vivo a tres cuadras de mi biblioteca- me di cuenta de que la regional de Miami Beach no está en la lista de recortes. También comprendí que soy afortunado de vivir en un área bien de Miami- Dade.
No hay dudas de que nuestra pirámide social parece estar de cabeza. Los más necesitados no reciben al parecer lo que precisan – al menos de un gobierno que promete encargarse de ellos.
¿Y la solución del comisionado del condado?
El comisionado Esteban “Steve” Bovo ha hecho esta sorprendente propuesta en una de sus alocuciones, tal como reporta el Herald: “Las bibliotecas podrían considerar involucrarse en algún tipo de actividad comercial, tal como vender libros o alimentos, para hacer dinero”.
No me sorprende. En español la palabra “bobo” significa tonto o estúpido. Cabe en este caso. El apellido del comisionado parece haber sido escrito con falta de ortografía.