El llanero solitario en Cuba
LA HABANA. Más de un siglo después, con los mismos bríos y espíritu justiciero, nuestro llanero solitario cabalga a altas horas de la noche por uno de los canales locales de la televisión cubana para grata satisfacción y remembranzas de aquellos niños, hoy casi ancianos, que disfrutamos junto al indio Toro de las singulares aventuras del temerario jinete.
Nada, que en cualquier momento se nos aparece también Superman porque aunque a paso de tortuga, se aprecia un modesto cambio en los criterios de qué trasmitir y qué no. El canal de noticias Telesur es el ejemplo más palpable de que ya es hora que la propia gente o los televidentes, para ser más explícitos, decidan por cuenta propia.
El Llanero, en verdad, ha llegado sin penas ni glorias. Por una razón bien sencilla: el tiempo. Más del 80 % de la población isleña se dice haber nacido después de 1959 lo que significa la inexistencia tan siquiera de un lazo existencial, un motivo para el reencuentro en la pequeña pantalla.
Vale anotar, como cosa curiosa, que antes de su salida al aire ya circulaba por la calle, sin éxito alguno y sí mucha sorpresa, una versión doblada al ruso. Todo un espectáculo sonoro escuchar al Llanero diciéndole al indio: “Dabai (vamos), Toro, efpiriot (adelante)”. Ni modo de ubicarlo en el lejano oeste, sino más bien galopando por las cercanías de Moscú tras un malvado por demás mafioso ruso.
No piense el lector que esto está traído por los pelos y aunque ya Progreso Semanal ha dado justa cuenta del controvertido encuentro entre ex industrialistas en Miami, estos octogenarios que se niegan al amistoso tope, bien pudieran levantar como estandarte que “El llanero sí Industriales no” porque su pérdida en el tiempo le viene como anillo al dedo.
“Hi-yo, Silver”.
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